Introducción
Los glaciares cubren en la actualidad unos 14,9 millones de km2, casi un 10% de la superficie terrestre. Esta proporción aumentó hasta 44,4 millones de km2, un 30% de la superficie terrestre, durante los periodos glaciales. Las regiones de la Tierra ocupadas por glaciares en el pasado muestran unas determinadas formas de relieve y sedimentos asociados. Los glaciares también tienen efectos indirectos sobre el paisaje; uno de los más comunes es la desviación de las corrientes fluviales en sistemas de drenaje preexistentes.
Escandinavia muestra en su geografía los efectos de las glaciaciones: fiordos y lagos. Aunque el último periodo glacial terminó hace más de 8.000 años, sus efectos aún son visibles. Por ejemplo, el movimiento del hielo modeló el paisaje de Canadá, Groenlandia, norte de Eurasia y la Antártida. Los bloques erráticos, tillitas, drumlins, fiordos, lagos, etc son estructuras típicamente derivadas de los movimientos de grandes masas de hielo. El peso de las capas de hielo deformó la corteza terrestre y el manto; cuando el hielo se fundió, la corteza se elevó por isostasia. Debido a la gran viscosidad de la Tierra, el flujo de las rocas del manto es muy lento, y este proceso se produjo a una velocidad de 1 cm por año. Se admite que este «reflote» de la corteza conlleva movimientos de tierra, cambios en el nivel del mar, en el campo magnético terrestre, inducción de terremotos e incluso cambios en la rotación terrestre.
Durante la glaciación, el agua retirada de los océanos, congelada en latitudes altas, redujo el nivel de los océanos, permitiendo la aparición de pasarelas continentales que permitieron la migración de especies (cuyos efectos evolutivos observamos en la biodiversidad actual). Esta transferencia genética se detuvo con la fusión de los glaciares. Geológicamente, esta fusión conllevó la generación de mucha complejidad ecológica espacial y temporal, como la aparición de lagos salinos.
Glaciación
Una glaciación o edad de hielo es un periodo de larga duración en el cual baja la temperatura global de la Tierra, dando como resultado una expansión del hielo continental en los casquetes polares y aparecen los glaciares.
Las glaciaciones se subdividen en periodos glaciales, siendo el período Würm en Europa (o Wisconsin en América) el último que hubo. Y como el término glaciación se refiere a un periodo con casquetes glaciares tanto en el hemisferio norte como el sur; ello implica que formalmente todavía nos encontramos en una glaciación, ya que todavía hay casquetes polares en Groenlandia y la Antártida.
Cuando se habla de los últimos millones de años, se utiliza «glaciación» para referirse a periodos más fríos, con extensos casquetes glaciares en Norteamérica y Eurasia. Y, según esta definición, la glaciación más reciente acabó hace 10.000 años.
Factores que influyen en las glaciaciones
El factor más importante que desencadena todo lo demás es la radiación solar.
Los niveles de radiación dependen básicamente de la inclinación del eje de la Tierra provocando las glaciaciones y los deshielos, quedando los niveles de CO² de la atmosfera y las corrientes marinas como coadyuvantes en la aceleración o desaceleración del proceso.
Vamos a analizar primeramente el tema de los niveles de radiación.
La Tierra realiza su traslación elíptica alrededor del Sol en un plano, llamado plano de la eclíptica, y modificando su distancia al Sol en función de la época del año en que nos encontremos. Si el eje de la Tierra estuviera vertical respecto el plano de la eclíptica, la cosa seria sencilla, más distancia al Sol en el afelio, menor radiación y viceversa (Ver fig.xx, pag.xxx).
Pero resulta que el eje no está vertical sino que está inclinado 23,5° y además se mueve describiendo una circunferencia.
Este movimiento se conoce como movimiento de precesión y tarda 25.767 años en dar una vuelta completa. Tanto la inclinación como el movimiento de precesión influyen en los niveles de radiación (Ver fig.xx, pag.xxx).
Para complicar un poco más el cálculo del nivel de radiación existen otros dos movimientos del eje que, en menor medida, también le afectan: el de nutación y el bamboleo de Chandler.
El movimiento de nutación también es un movimiento de vaivén y se produce durante el movimiento de precesión, el eje recorre a su vez una pequeña elipse (como si fuese una pequeña vibración). Una vuelta completa a la elipse supone 18,6 años y el eje de rotación de la Tierra oscila hasta unos nueve segundos de arco a cada lado del valor medio de la oblicuidad de la eclíptica. En una vuelta completa de precesión, la Tierra habrá realizado 1.385 bucles (Ver fig.xx, pag.xxx).
El bamboleo de Chandler es una pequeña oscilación del eje de rotación de la tierra que añade 0,7 segundos de arco en un período de 433 días a la precesión de los equinoccios. Los polos de la Tierra se mueven en una circunferencia irregular de 3 a 15 metros de diámetro, en un movimiento oscilatorio (Ver fig.xx, pag.xxx).
Existe un consenso en el mundo científico que estos movimientos son principalmente las causas primarias que producen las glaciaciones. A partir de ahí se provocan todo un conjunto de fenómenos interdependientes que aceleran o invierten los procesos.
Uno de ellos es el de las corrientes marinas. El registro geológico parece indicar que las edades glaciales empiezan cuando los continentes se encuentran en una posición que bloquea o reduce el flujo de agua cálida del ecuador a los polos, permitiendo la formación de casquetes glaciares y afectando a lo que se conoce como circulación termohalina.
Circulación Termohalina
Se denomina circulación termohalina (CTH) o, metafóricamente a una parte de la circulación oceánica a gran escala que es determinada por los gradientes de densidad globales producto del calor en la superficie y los flujos de agua dulce.
La palabra termohalina hace referencia a la temperatura (termo) y al contenido de sal (halina), factores que juntos determinan la densidad del agua de mar.
Las corrientes superficiales de las aguas marinas (tales como la Corriente del Golfo) se dirigen desde el Océano Atlántico ecuatorial, hacia las latitudes templadas y, eventualmente, a las latitudes árticas, enfriándose en su recorrido y hundiéndose a latitudes cercanas al polo (formando la masa de agua profunda del Atlántico Norte).
Esta agua densa luego fluye hacia las cuencas oceánicas. Mientras que gran parte de la misma surge en el Océano del Sur, las aguas más antiguas (con un tiempo de tránsito de unos 1600 años) surgen en el Océano Pacífico Norte.
En su recorrido, las masas de agua transportan tanta energía (en forma de calor) como materia (sólidos, sustancias disueltas y gases) alrededor del globo. Por lo tanto, el estado de la circulación ejerce un gran impacto en el clima sobre la Tierra.
En conjunto la circulación global puede describirse como un flujo relativamente superficial de agua que se calienta en el Pacífico y el Índico hasta el Atlántico, en cuyas latitudes tropicales sigue recibiendo calor, para finalmente hundirse en el Atlántico Norte, retornando en niveles más profundos.
La circulación es debida a convección, es decir que se produce por diferencias de densidad, con las masas más densas tendiendo a hundirse y las menos densas a ascender. Las masas que se hunden en el Atlántico y en la banda oceánica meridional lo hacen por el efecto de vientos que, al provocar la evaporación del agua, reducen su temperatura a la vez que provocan la concentración de las sales.
La formación de hielo cuando crece la banquisa separa agua pura, dejando una salmuera que o rellena las grietas o se mezcla con el agua oceánica, amplificando el efecto. Las masas enfriadas, más densas, se trasladan por gravedad por los fondos polares.
Se conocen tres configuraciones de la posición de los continentes que bloqueen o reduzcan el flujo de agua cálida del ecuador a los polos:
- cuando un continente se encuentra en un polo, como la Antártida actualmente
- cuando un mar polar se encuentra casi totalmente rodeado de masas de tierra, como el océano Ártico
- cuando un supercontinente cubre la mayoría del ecuador, como Rodinia durante el período Criogénico.
Puesto que la Tierra tiene actualmente un continente en su polo sur y un océano en el polo norte, los geólogos infieren que la Tierra continuará sufriendo periodos glaciales en el futuro geológicamente próximo.
Con seguridad, la dinámica de las placas tectónicas y su efecto sobre la situación relativa de las cortezas oceánica y terrestre en la superficie de la Tierra así como la dinámica orbital del sistema Tierra-Luna también son otros de los factores.
Volviendo a la actividad solar, a muy largo término, los astrofísicos calculan que el Sol libera un 10% más de energía cada 109 años. De aquí a dentro de mil millones de años, el 10% añadido será suficiente como por causar un efecto invernadero irreversible en la Tierra.
El aumento de la temperatura produce más vapor, el vapor funciona como un gas de efecto invernadero más potente que el CO2, la temperatura aumenta con lo que se produce más vapor y se repite el ciclo.
Todo lo que sucede en la Tierra y produce cambios en la atmósfera, se registra en el hielo. Las muestras de hielo informan a los científicos de las concentraciones en la atmósfera de gases de efecto invernadero, polvo y cenizas volcánicas, así como acerca de las temperaturas y precipitaciones. Así, se sabe que, en los últimos 800.000 años los periodos cálidos interglaciares han durado una media de 6.000 años, con la excepción del actual, que comenzó hace unos 10.000 años, y de uno que alcanzó los 28.000 años hace más de 450.000.
Cada periodo glacial está sujeto a una retroalimentación positiva que lo hace más severo y una retroalimentación negativa que mitiga los efectos y que acaba por restablecer el equilibrio.
El hielo y la nieve aumentan el albedo, es decir, hacen que se refleje más luz solar y se absorba menos, enfriando el planeta, este enfriamiento hace crecer los casquetes de hielo, aumentando el albedo todavía más.
Albedo de la tierra
El albedo es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre la misma. Las superficies claras tienen valores de albedo superiores a las oscuras, y las brillantes más que las opacas. El albedo medio de la Tierra es del 37-39% de la radiación que proviene del Sol.
Un albedo alto enfría el planeta, porque la luz (radiación) absorbida y aprovechada para calentarlo es mínima. Por el contrario, un albedo bajo calienta el planeta, porque la mayor parte de la luz es absorbida por el mismo.
La presencia de agua en la Tierra crea una interesante retroalimentación positiva para el albedo, ya que las bajas temperaturas incrementan la cantidad de hielo sobre su superficie, lo que hace más blanco al planeta y aumenta su albedo, lo que a su vez enfría más el planeta, lo que crea nuevas cantidades de hielo; de esta manera, teóricamente al menos, podría llegarse al punto en que la Tierra entera se convertiría en una bola de nieve.
Las variaciones del albedo global, son un hecho natural producido continuamente a lo largo de la historia geológica, debido a variaciones de origen exogénico y endogénico (deriva continental y los cambios en la distribución de mares y continentes).
A estas variaciones se superponen los intensos cambios ambientales potenciados por la actividad del hombre (utilización de combustibles fósiles para el tránsito vehicular, la actividad industrial y el uso doméstico). Estas actividades provocan un aumento peligroso de los gases de invernadero, por consiguiente una disminución del albedo y un calentamiento global.
Este ciclo continúa hasta que la reducción en la erosión causa un aumento del efecto invernadero que disminuye el albedo y calienta el planeta.
Las capas glaciales que se forman durante las glaciaciones erosionan la tierra que tienen debajo. Tras un tiempo, esto produce un hundimiento isostático de la corteza por debajo del nivel del mar, reduciendo el espacio en que se pueden formar capas de hielo se amortigua la retroalimentación del albedo, igual que la reducción del nivel del mar que acompaña la formación de las capas de hielo. Otro factor es que la aridez provocada por el máximo glacial reduce las precipitaciones, haciendo más difícil que se mantenga la glaciación.
Cuando el océano Ártico está cubierto de hielo a baja temperatura, hay poca evaporación o sublimación, por lo que las regiones polares son bastante secas en cuanto a las precipitaciones, más o menos como los desiertos. Estas escasas precipitaciones permiten que la nieve se evapore durante el verano.
Las predicciones actuales indican que el calentamiento global eliminará el hielo del océano Ártico de aquí a unos cincuenta años.
Cuando no hay hielo, el océano absorbe energía solar durante los largos días estivales, y se evapora más agua. Con más precipitaciones, una parte de la nieve no se evapora durante el verano, si bien el hielo glacial se forma a latitudes inferiores, reduciendo las temperaturas por la vía del aumento del albedo.
El agua fresca adicional que llega al norte del océano Atlántico durante un ciclo más cálido también puede reducir la circulación termohalina con lo que también se enfriaría el norte de Europa, cosa que causaría más nieve.
Efecto invernadero
Se denomina efecto invernadero al fenómeno por el cual determinados gases, que son componentes de la atmósfera terrestre, retienen parte de la energía que la superficie planetaria emite por haber sido calentada por la radiación estelar. Afecta a todos los cuerpos planetarios rocosos dotados de atmósfera. Este fenómeno evita que la energía recibida constantemente vuelva inmediatamente al espacio, produciendo a escala planetaria un efecto similar al observado en un invernadero. En el sistema solar, los planetas que presentan efecto invernadero son Venus, la Tierra y Marte.
El efecto invernadero se está viendo acentuado en la Tierra por la emisión de ciertos gases, como el dióxido de carbono y el metano, debido a la actividad humana.
Eones
En geología, un eón se refiere a cada una de las divisiones mayores de tiempo de la historia de la Tierra desde el punto de vista geológico y paleontológico.
La categoría de rango superior es el supereón y el rango inmediatamente inferior son las eras.
Precámbrico (supereón) | |||
Eón Hádico | Eón Arqueozoico | Eón Proterozoico | Eón Fanerozoico |
El límite tras un eón y el sucesivo debe ser un cambio fundamental en la historia de los organismos vivos.
Los eones Proterozoico, Arqueozoico y Hadeico están a su vez agrupados en un supereón denominado Precámbrico.
La Unión Internacional de Ciencias Geológicas reconoce en su cuadro estratigráfico internacional cuatro eones:
- El Eón Hadeico o Hádico que comprende desde la formación de la tierra hace 4.570 millones de años hasta hace 3.800 millones de años.
- El Eón Arqueozoico, que comprende desde hace 3.800 hasta hace 2.500 millones de años. Durante este eón, la alta concentración de gases invernadero, que calentaban las capas bajas de la atmósfera, mantuvo la Tierra deshelada hasta hace 2.700, a pesar de que la luminosidad del Sol era bastante más baja aún que la presente. Con la paulatina reducción de los gases invernadero aparece la primera glaciación conocida, la Huroniana, que dura hasta 2.300. A finales del periodo encontramos los primeros indicios de vida.
- El Eón Proterozoico, que comprende desde hace 2.500 hasta hace 543 millones de años.
- El Eón Fanerozoico, representa el tiempo durante el cual vivieron la mayoría de organismos macroscópicos, algas, hongos, plantas y animales. En realidad, este eón coincide con la aparición de animales que formaron exoesqueletos, como las conchas, y los que algo más tarde formó endoesqueletos, como los elementos óseos de vertebrados.
Edades glaciales
Ha habido al menos cuatro grandes edades glaciales en el pasado. Aparte de estos periodos, parece que la Tierra siempre ha estado libre de hielo incluso en sus latitudes más altas.
La glaciación hipotética más antigua, la Glaciación Huroniana, tuvo lugar entre hace 2.700 y 2.300 millones de años, a principios del eón Proterozoico. Afectó a gran parte de la Tierra y se habría debido al efecto del oxígeno, creado por las cianobacterias, sobre el metano, que por su alta concentración habría sido hasta entonces el principal gas invernadero. La concentración de metano en la atmósfera hace 2.300 millones de años pudo ser 1.000 veces superior a la actual. Hay señales geológicas de la glaciación en estratos rocosos de la región del Lago Hurón, en Canadá, y también en Sudáfrica. De aquella época se han encontrado tillitas, rocas sedimentarias que agrupan materiales de tamaño muy diferente y que proceden de la cementación de antiguas morrenas glaciales.
Tras esta glaciación el clima pasó de nuevo a ser muy cálido, sin que se sepa aún cómo explicar la razón del cambio. Durante un largo intervalo de casi mil quinientos millones de años, es decir, durante casi todo el eón Proterozoico, no hay indicios de más glaciaciones.
Hace 900 millones de años el Sol era aproximadamente un 6% más débil y la tierra precisaba de un mayor efecto invernadero para obtener temperaturas “habitables“.
La glaciación bien documentada más antigua, y probablemente la más severa de los últimos mil millones de años, tuvo lugar entre hace 850 y 600 millones de años (período Criogénico), es conocida como “Tierra Bola de Nieve” y podría haber producido una glaciación global (es decir, un periodo en el cual el planeta entero quedó cubierto de hielo). Acabó muy rápidamente a medida que el vapor de agua volvía a la atmósfera terrestre y se incrementaba el efecto invernadero provocado por la acumulación de dióxido de carbono emitido por los volcanes, ya que los mares gélidos no tenían capacidad de absorción del citado gas.
Según las teorías actuales, la causa de esta gran glaciación se encuentra en la formación de un supercontinente, Rodinia, situado en la zona ecuatorial. Rodinia fue un supercontinente que existió hace 1.100 millones de años, durante la Era Neoproterozoica, reunía gran parte de la tierra emergida del planeta.
Existen pruebas geológicas de que afectaron a todos los continentes, de tal forma que las regiones heladas se extendieron hasta latitudes tropicales.
Durante estas glaciaciones el planeta casi dejó de ser apto para la vida. En muchas series sedimentarias de localidades situadas entonces en los trópicos aparecen estratos con depósitos glaciales correspondientes a una fase tan fría que hace pensar que cesó la actividad biológica marina.
Otra segunda huella de estas glaciaciones son las formaciones masivas de minerales de hierro que aparecen en los estratos geológicos de aquella época. Estas formaciones se presentan en forma de arcillas ferruginosas bandeadas, en las que se superponen capas grises de sílex y otras de material rojo, rico en hierro.
Una glaciación menor, la andeana-sahariana, sucedida hace entre 460 y 430 millones de años, tuvo intervalos con extensos casquetes polares.
La última glaciación empezó hace 40 millones de años con la expansión de una capa de hielo en la Antártida. Se intensificó a finales del Plioceno, hace tres millones de años, con la extensión de capas de hielo en el hemisferio norte, y continuó durante el Pleistoceno con la glaciación de Wurm que empezó hace aproximadamente cien mil años y se acabó entre hace 10.000 y 15.000 años.
La Tierra durante la última glaciación
Durante este periodo hubo diferentes variaciones entre adelanto y retroceso de los glaciares. El punto máximo de esta glaciación fue hace aproximadamente dieciocho mil años. Mientras que el proceso general de enfriamiento global y avance de los glaciares fue similar, las diferencias locales en el desarrollo y retroceso de los glaciares hace difícil comparar los detalles de un continente al otro.
La última glaciación se concentró en las enormes capas de hielo de Norteamérica y Eurasia. Vastas regiones de los Alpes, la Himalaya y los Andes estaban cubiertas de hielo, y la Antártida permaneció helada. Canadá estaba casi cubierto de hielo, así como el norte de los Estados Unidos, ambos cubiertos por el inmenso casquete de hielo Lauréntido. Alaska permaneció en parte libre de hielo debido a condiciones climáticas áridas. Hubo glaciaciones locales en las Montañas Rocosas.
En Gran Bretaña, Europa continental y el noroeste de Asia, la capa de hielo Escandinava volvió a llegar hasta el norte de las islas Británicas, Alemania, Polonia y Rusia, llegando tan al este como la península de Taimyr al oeste de Siberia. El punto máximo de la glaciación al oeste de Siberia fue hace aproximadamente 18.000 y 17.000 años; más tarde que en Europa (entre hace 22.000 y 18.000 años). El nordeste de Siberia no estaba cubierto de hielo. El océano Ártico, situado entre las dos vastas capas de hielo de América y Eurasia, no estaba completamente helado, sino que, como en la actualidad, estaba cubierto con hielo relativamente poco grueso, susceptible a los cambios estacionales y lleno de icebergs generados en los casquetes de hielo aledaños. Según la composición de los sedimentos marinos estudiados, incluso habría habido épocas en las que las aguas quedaban libres de hielo. La glaciación del hemisferio sur fue menos importante debido a la configuración actual de los continentes.
Había casquetes de hielo en los Andes, donde se conocen seis avances de glaciares entre el 31.500 a. C. y el 11.900 a. C. en los Andes de Chile. La Antártida estaba completamente helada, como hoy en día, pero el casquete polar no dejó ninguna parte sin cubrir. El continente australiano sólo estaba helado en una zona muy pequeña cerca del Monte Kosciuszko, mientras que la glaciación estaba más extendida en Tasmania. En Nueva Zelanda hubo glaciación en sus Alpes Neozelandeses, de donde se conocen al menos tres avances glaciares. Hubo casquetes de hielo locales en Irian Jaya, Indonesia, donde todavía se conservan restos de los glaciares del Pleistoceno en tres zonas diferentes.
Otra edad glacial de especial impacto en la historia reciente fue la Pequeña Edad de Hielo, que abarcó desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX.
La Pequeña Edad de Hielo fue un período frío que abarcó desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX. Puso fin a una era extraordinariamente calurosa llamada Óptimo climático medieval. Hubo tres máximos: sobre 1650, alrededor de 1770 y hacia 1850. Durante el periodo 1645-1715, en mitad de la Pequeña Edad de Hielo, la actividad solar reflejada en las manchas solares era sumamente baja: este periodo es conocido como el Mínimo de Maunder. El eslabón preciso entre la baja actividad de las manchas solares y las frías temperaturas no se han establecido, pero la coincidencia del Mínimo de Maunder con el periodo más profundo de la Pequeña Edad de Hielo sugiere que hay una conexión. Otros indicadores de la baja actividad solar durante este período son los niveles de carbono-14 y berilio-10. A lo largo de la Pequeña Edad de Hielo el mundo experimentó también una actividad volcánica elevada, lo que aumentó las emisiones de azufre en forma de gas SO2. Cuando este gas alcanza la estratosfera se convierte en partículas de ácido sulfúrico que reflejan los rayos del sol reduciendo la cantidad de radiación que alcanza la superficie de la tierra (efecto albedo).
En 1815 la erupción de Tambora, en Indonesia, cubrió la atmósfera de cenizas; el año siguiente, 1816, fue conocido como el año sin verano, cuando hubo hielo y nieves en junio y julio en Nueva Inglaterra y el Norte de Europa. Otra posible causa de la Pequeña Edad del Hielo pudo ser la detención de la circulación termohalina (también conocida como «cinta transportadora oceánica»). La Corriente del Golfo pudo dejar de ser operativa debido a la introducción de una gran cantidad de agua fría en el Atlántico Norte debido a la existencia de temperaturas relativamente altas del Óptimo climático medieval. A partir de 1850, el clima comenzó a cambiar hacia temperaturas más cálidas. Algunos escépticos sobre el calentamiento global arguyen que los cambios actuales se deben a la recuperación climática de este último evento glacial, y que, por ello, la actividad humana no es causante de este cambio, aunque esta idea dista de ser comúnmente aceptada.
Claramente, la pequeña edad de hielo de 1.350 a 1.800 no fue disparada por los humanos lanzando a la atmósfera gases de invernadero. Pero es posible que los ciclos climáticos que licuaron el hielo ártico puedan haber causado la detención súbita de la circulación termohalina.
En la siguiente tabla se lista la sucesión de épocas glaciales e interglaciares por ámbito geográfico:
Clima | Denominación | Antigüedad | Época |
Postglacial | Actual | 10.000 | Holoceno |
Glacial | Glaciación de Würm o Wisconsin | 80.000 | Pleistoceno |
Interglaciar | Riss-Würm | 140.000 | |
Glacial | Glaciación de Riss o Illinois | 200.000 | |
Interglaciar | Mindel-Riss | 390.000 | |
Glacial | Glaciación de Mindel o Kansas | 580.000 | |
Interglaciar | Günz-Mindel | 750.000 | |
Glacial | Glaciación de Günz o Nebraska | 1,1 m.a. | |
Interglaciar | Donau-Günz | 1,4 m.a. | |
Glacial | Donau | 1,8 m.a | |
Interglaciar | Biber-Donau | 2 m.a. | |
Glacial | Biber | 2,5 m.a. | |
Glacial | Oligoceno | 37 m.a. | Cenozoico |
Interglaciar | Eoceno superior | 40 m.a. | |
Glacial | Paleógeno | 80 m.a. | |
Interglaciar | Cretácico | 144 m.a. | Mesozoico |
Glacial | Permocarbonífero | 295 m.a. | Paleozoico |
Glacial | Carbonífero inferior | 350 m.a. | |
Glacial | Ordovícico | 440 m.a. | |
Glacial | Precámbrico | 700 m.a. | Precámbrico |
Glacial | Primera glaciación | 2.000 m.a | Proterozoico |
http://www.dailymotion.com/video/xviqzp_co2-volcanico-el-final-de-las-glaciaciones_school
Efectos de las glaciaciones
Hay tres tipos principales de efectos de las glaciaciones que demuestran su pasada existencia: geológicas, químicas y paleontológicas.
- Las pruebas geológicas se encuentran en varias formas, como las rocas erosionadas (por arranque, en fases iniciales, por abrasión y generación de estrías glaciares, por pulverización y formación de harina de roca), valles glaciares, aristas glaciares y horns, rocas aborregadas, morrenas glaciares, drumlins, depósito de tills o bloques erráticos, factura de llanuras aluviales, trenes de valle, lagos en las llanuras y fiordos en las costas.
Es decir, las condiciones del clima propio de una época glacial provocan la aparición de las fisonomías antes descritas en la orografía. Las glaciaciones sucesivas tienden a distorsionar y eliminar las pruebas geológicas, haciendo que sean difíciles de interpretar.
- Las pruebas químicas consisten principalmente en variaciones en la proporción de isótopos en rocas sedimentarias, núcleos sedimentarios oceánicos y, para los periodos glaciales más recientes, núcleos de hielo (normalmente situados en las llamadas nieves perpetuas). Puesto que el agua con isótopos más pesados tiene una temperatura de evaporación más alta, su cantidad se reduce cuando las condiciones son más frías; esto permitió la elaboración de un registro térmico.
- Las pruebas paleontológicas se basan en los cambios en la distribución geográfica de los fósiles; durante un periodo de glaciación, los organismos adaptados al frío migran hacia latitudes más bajas, y los organismos que prefieren un clima más cálido se extinguen o viven en zonas más ecuatoriales. Esto da lugar a la aparición de refugios glaciales y movimientos biogeográficos de retorno.
Los glaciales se forman por climas más fríos y secos en gran parte de la tierra, así como por grandes masas de hielo que se extienden desde los polos por tierra y mar. Los glaciares de las montañas llegan a altitudes más bajas a causa de una cota de nieve menor. El nivel del mar baja debido al agua atrapada al hielo. Hay pruebas que las glaciaciones distorsionan los patrones de circulación oceánica. Como que la Tierra tiene grandes zonas heladas en el Ártico y la Antártida, nos encontramos en un mínimo glacial. Estos periodos se denominan “interglaciares“. El interglaciar actual recibe el nombre de Holoceno.
Final de la última glaciación
Según los últimos estudios científicos sobre el cambio que se produjo a finales de la última glaciación en Groenlandia indican que el fenómeno ocurrió en pocos años.
Los humanos que vivieron esa época observaron como el viento, la lluvia y las temperaturas durante cada estación cambiaron de un año al siguiente de forma brusca. Tuvo que ser un cambio con terribles consecuencias para ellos.
Los investigadores no conocen exactamente la causa de estas transiciones bruscas entre un clima frío y un clima caliente producidas hace 14.700 y 11.700 años. Sin embargo, los testigos de hielo indican que ambas siguieron un patrón similar (según los isótopos de oxígeno-18 e hidrógeno pesado, deuterio, encontrados en el hielo).
Una posible causa pudo ser que las latitudes altas del hemisferio sur y los océanos tropicales se calentaron porque decreció la circulación de aire y agua en el Atlántico Norte. Este calentamiento tropical del Hemisferio Sur pudo inducir un desplazamiento hacia el norte del punto en el que se unen las grandes corrientes de viento del Noreste y Sureste. Esto produjo grandes lluvias de forma que menos polvo fue levantado hacia la atmósfera y más partículas cayeron de ella gracias a la lluvia y depositadas en tierra. De hecho, los testigos de hielo muestran que los niveles de polvo cambiaron bruscamente sobre Groenlandia.
Los datos experimentales sugieren que el aire se hizo más caliente y más húmedo, luego más cantidad de nieve cayó sobre Groenlandia, alterando el grosor de su capa de hielo.
La capa de hielo en Groenlandia se forma a partir de la nieve que año tras año es retenida y compactada. Nos habla del clima en los años en que cayó dicha nieve. Por ello, el hielo ártico es un testigo fiel del clima del pasado.
Los paleoclimatólogos pueden estudiar en él, el clima de los últimos 125.000 años.
Los investigadores han encontrado que la última era de hielo en el hemisferio norte acabó violentamente con fluctuaciones que consistieron en dos periodos cálidos interrumpidos por sendos periodos fríos.
El primer cambio abrupto hacia un clima más cálido se produce hace 14.700 años, provocando que la temperatura sobre Groenlandia subiera más de 10 grados. Los humanos de la Edad de Piedra lograron en dicha época “conquistar” Europa del Norte y Escandinavia. Pero no por “mucho” tiempo, ya que la edad de hielo retornó hace unos 12.900 años con un nuevo periodo de frío severo que duró hasta hace 11.700 años, cuando finalizó de forma increíblemente rápida.